martes, 10 de marzo de 2009

Vínculos

Ayer cogí un libro en la biblioteca que pensaba era sobre el desarrollo de los niños entre los 3 y los 6 años. En realidad, por lo que llevo leyendo, no es lo que esperaba, ya que no habla tanto de la evolución de los niños como de los padres y maestros, es bastante general, con consejos muy "al uso" que además se contradice con algunas de las reflexiones que hace. Pero tiene cosas que me están tocando, o mejor dicho, llevo unos días tocada y estoy viendo palabras que ayudan a interpretar lo que siento. Parece que viene una época en la que necesito salir a recoger referencias de nuevo, a libros y demás.

El libro en cuestión se llama El orgullo de descubrir (3-6 años) y está escrito por Miriam Botbol.


Hay un apartado destinado a los vínculos entre los adultos y los niños, como experiencias emocionales a través de la cual dos personas se relacionan entre sí y como algo relativamente estable pero que puede cambiar. Habla de relaciones que crecen, que integran lo bueno y lo malo de los acontecimientos que se viven juntos. Vínculo que renace como el ave Fénix tras el fin de una etapa, enriqueciéndose en la siguiente. También habla de que en ocasiones las cosas se ponen difíciles que parece que todo va a peor, produciéndose tensiones, situaciones de crisis. Es el adulto quien tiene que hacer esfuerzos conscientes por superarlas.


La autora explica las características de los vínculos a través de una metáfora, imaginando que lanzamos una pelota en superficies diferentes: Los niños a veces nos lanzan sentimientos como si fuesen pelotas. Si esa pelota cae en superficie muy dura, rebota con mayor o menor fuerza. La superficie dura es el adulto que no se entera de que hay un balón en juego, devolviendo esos sentimientos de nuevo al niño. Por eso es importante ponerse en la piel del niño y preguntarse qué está demandando realmente. Esa pelota también puede ir a parar a un lago de aguas quietas: la onda se expande en círculos cada vez más grandes. Representarían situaciones en las que los conflictos van creciendo más y más. Pone el ejemplo de una madre que está pasando un mal momento personal y que se siente muy dolida por un comentario que realiza su hijo, lo exagera, lo personaliza. Así que parece que para recibir las penalidades infantiles hace falta una superficie que no sea ni demasiado dura ni demasiado blanda. Habría que recibir el golpe y amortiguar su efecto, consiguiendo tranquilizar al niño. ¿Y el adulto, emite mensajes o también lanza pelotazos? ¿se comunica de forma efectiva o se descarga emocionalmente? ¿qué fuerza tiene ese pelotazo?.

También sugiere pensar sobre las características de un vínculo ideal, un vinculo saludable, real a veces, o que simplemente funciona como aspiración. Se podría imaginar como:


"- Capaz de contener las dificultades sin rebotarlas ni amplificarlas.


- Capaz de modificarse para permitir los cambios, aunque esto implique la molestia y el sufrimiento de abandonar los territorios conocidos.


- Puede comprender y aceptar pero también limitar y diferenciar.


- En un vínculo ideal no sólo hay lugar para el amor sino también para el odio (sentimientos reales que existen en las vidas de las personas).


- Los participantes disfrutan de estar juntos.


- Y sobre todo, este tipo de relación ayuda a preservar el interés por la vida, o sea que es una fuente de satisfacción."